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Episodio 2 - Encontrar un hogar, mantener la cordura. Voces jóvenes sobre vivienda y salud mental

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🗣️ Sobre este episodio

En este segundo episodio del pódcast de YMHBB, jóvenes de Barcelona y Manchester reflexionan sobre cómo la crisis de la vivienda impacta directamente en su salud mental. Hablan del coste emocional de no tener estabilidad habitacional, de la precariedad económica, de las tensiones familiares y de la sensación de vivir atrapados en un sistema que no les ofrece apoyo real.

Desde largas listas de espera hasta habitaciones indignas a precios abusivos, la lucha por acceder a una vivienda digna no solo es una crisis económica: es una emergencia de salud mental.

También reflexionan sobre cómo pueden unirse, desde distintas ciudades, para apoyarse mutuamente y exigir un cambio colectivo.

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💬 Te invitamos a participar:

  • ¿Cómo afecta tu situación de vivienda a tu bienestar emocional?

  • ¿Crees que se trata la vivienda como un tema de salud mental en tu entorno?

  • ¿Qué apoyos o recursos te gustaría que existieran?

🎧 Transcripción adaptada y fluida del episodio

Lucía (Barcelona):
Hola a todas y todos. Soy Lucía, del Casal de Joves de Roquetes, y hoy vamos a hablar de un tema que nos afecta directamente: el acceso a la vivienda y cómo esto impacta nuestra salud mental.

Vivir en Barcelona siendo joven es casi una misión de supervivencia. Los alquileres están por las nubes, los sueldos no alcanzan, y tener un piso propio parece un sueño lejano. Esto nos bloquea a nivel personal, y genera ansiedad, estrés y una sensación constante de incertidumbre.

Linton (Manchester):
Gracias, Lucía. Soy Linton, desde Manchester, y trabajo en el ámbito de la vivienda. Más allá del acceso o los precios, hay factores estructurales —como la gentrificación, las leyes injustas y la discriminación— que agravan la situación. Queremos reflexionar sobre si existe algún tipo de apoyo emocional real para jóvenes que enfrentan esta crisis habitacional.

En el Reino Unido, el acceso a información clara sobre vivienda es complicado. La vivienda social es escasa, y el mercado privado está dominado por grandes propietarios sin escrúpulos. Hay millones de personas en lista de espera, y muy pocos espacios donde se reconozca el impacto emocional de todo esto.

Lucía:
Totalmente. Aquí se habla de hipotecas, oferta y demanda, pero no de cómo te afecta emocionalmente buscar piso y encontrarte con habitaciones precarias a precios abusivos. Tampoco hay recursos que nos ayuden a hablar o gestionar el estrés que esto genera.

Clara (Barcelona):
Sí, los recursos para salud mental ya son escasos, y si encima no puedes salir de casa de tus padres, el malestar aumenta. Muchas veces lo único que tenemos es el apoyo de amigas o familia, que también están agotadas. Incluso hay más información sobre desahucios que sobre cómo encontrar un lugar digno para vivir.

Núria (Barcelona):
Y la convivencia familiar también se ve afectada. Cuando creces, necesitas tu espacio, tu intimidad. Si no puedes independizarte, eso genera roces con tu familia y afecta tu desarrollo personal. No puedes avanzar si no tienes un lugar propio.

Clara:
Exacto. Tus rutinas cambian, pero las de tu familia no. Y eso complica tus amistades, tus relaciones, tus tiempos. Tener un hogar propio es también tener identidad, tranquilidad, autonomía.

Linton:
Además, estamos todo el tiempo comparándonos con generaciones anteriores, que sí pudieron comprar casas y tener trabajos estables. Ahora las condiciones han cambiado, pero seguimos midiendo nuestro valor con esas reglas pasadas. Eso genera una sensación constante de fracaso.

No tener una vivienda digna limita tu vida entera: afecta tus relaciones, tu carrera, incluso tu salud física. Vivís en pausa, en espera permanente.

Núria:
Esa espera constante se transforma en frustración, tristeza, ansiedad. Parece que no estás cumpliendo con “lo que deberías haber logrado”. Y aunque sabemos que no es nuestra culpa, se convierte en vergüenza interna, aislamiento, desesperanza.

Lucía:
Y nadie habla del coste mental. Solo se piensa en cifras, no en bienestar.

Linton:
Aquí en Reino Unido, esto ya es una crisis estructural. Hay más de 100.000 niños en viviendas temporales. Uno de cada cinco adultos tiene problemas de salud mental vinculados a su situación de vivienda. Y mientras tanto, los ayuntamientos carecen de recursos para prevenir o atender esta realidad.

El Estado no está respondiendo como debería. Y aunque se han propuesto reformas, siguen ocurriendo tragedias evitables en viviendas sociales.

Clara:
Como jóvenes a veces nos sentimos impotentes, pero la respuesta no es el aislamiento. Hay que hablar, organizarse, crear redes. No estamos solas, y ahí está nuestra fuerza.

Núria:
Sí, hacer ruido, exigir cambios. No podemos seguir permitiendo que se trate como un simple problema económico. Es una cuestión de dignidad y de salud mental.

Linton:
Necesitamos mucho más que viviendas: necesitamos derechos, apoyo emocional, y presencia juvenil real en los debates sobre vivienda.

Lucía (cierre):
En resumen: la crisis habitacional no solo vacía nuestros bolsillos, también deteriora nuestras mentes, nuestros vínculos y nuestro futuro. Limita nuestro desarrollo y genera angustia constante.

Necesitamos que se hable de esto tal y como es: una crisis que requiere soluciones reales, apoyo emocional y espacios donde se nos escuche de verdad.

Gracias por escucharnos. En próximos episodios seguiremos explorando cómo se entrelazan los problemas cotidianos con la salud mental juvenil, y cómo podemos transformar esta realidad juntas.

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